Eneida

José Luis Hernández Cáceres

Correspondence: Correspondencia: E-mail:

Received: 2022 August 4; Accepted: 2022 August 4

rcim. 2022 Dec 1; 14(2): e562


Una noche de principios de los años 1990 me llamó una amiga y me explicó que estaba tratando de demostrar que un compuesto modificaba la afinidad de la acetilcolina por su receptor. Para ello, necesitaba que alguien la asesorara en implementar una prueba estadística. Quedé en averiguar. Por una ocasión más, quede mal con mi amiga y al poco tiempo supe que ya había encontrado a la especialista. Más tarde, otra amiga me comento que todo el análisis estadístico de sus investigaciones lo hacía Eneida, no me dijo la Licenciada Eneida Garriga Sarría, simplemente Eneida. Y me comentó que la colaboración marchaba maravillosamente bien.

A los pocos años comencé a trabajar en el CECAM, y allí conocí a Eneida. Raro era el día que Eneida no asistía al trabajo, pero igual de raro era el día que se le pudiera ver fuera de su mesa, excepto cuando asistía a alguna reunión. Eneida era muy amistosa y casi nunca imponía su opinión, nunca levantó su voz y me parece haber escuchado de alguien que en una ocasión logró sacarla de sus casillas.

Eneida trataba a los demás como si se tratara de un familiar cercano, desde la egregia Directora Esperanza O’Farrill hasta la humilde y dedicada Edelmira y el carismático administrador Manolo.

No recuerdo que en el CECAM haya existido una tarea que se haya quedado incumplida por culpa de Eneida.

Un día, en una reunión del Comité Académico, Eneida disintió conmigo. Al cabo de los años me percato de que la razón le asistía a ella. Pero en mi arrogancia yo seguía convencido de lo que había dicho, y hasta me disgusté un tanto. Al día siguiente me llamó, y me dijo, “He notado que estás tosiendo mucho, y te traje este frasco de jarabe de orégano”. Me quedé tan desarmado, que hasta el día de hoy me dura la vergüenza.

El CECAM fue un oasis en la historia de la ciencia cubana. Más que un colectivo científico, se trataba de una familia en el estricto sentido antropológico del concepto. En esa familia, Eneida era un pilar, y su autoridad nadie osó cuestionarla.

Por feliz coincidencia, mi cumpleaños coincide con el de Eneida. Siempre nos felicitábamos ese día. Cuando me fui a trabajar en otra parte, nunca deje de recibir su felicitación. Jamás logré adelantármele.

La última vez la vi en la tesis de mi doctoranda Zurina, la más auténtica hija/sobrina de la Familia CECAM. Alguien pudiera faltar, pero no Eneida, y allí estaba ella, con su leve sonrisa y su hablar pausado.

Muchas personas logran una indisputable autoridad: guerreros, gobernantes, líderes espirituales… pero también existe otro tipo de liderazgo, propio de las personas silenciosas y de excelentes modales, que jamás levantan la voz, ni hablan en primera persona y que nos hacen creer que la maldad no existe. Es ese el liderazgo que yo admiro, porque son los horcones sobre los que se apoya el edificio de toda buena obra humana.

Eneida…un nombre derivado del latín con varias interpretaciones posibles: “alma”, “vida”, “alta”.

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